domingo, 26 de mayo de 2013

Cuarto año: Texto expositivo. Infografías.


La definición formal de infografía refiere a una «combinación de elementos visuales que aporta un despliegue gráfico de la información». Este tipo de recurso se utiliza para brindar información compleja de manera clara y concisa, a la par que más atractiva.







Más información en:

Ejemplo de infografías:


Elija una de las siguientes infografías e imprímala para trabajar en el aula.

sábado, 11 de mayo de 2013

Quinto año: El fin de Jorge Luis Borges

TEXTO PARA TRABAJAR EL MARTES EN CLASE.


Jorge Luis Borges
(1899–1986)


El fin
(Artificios, 1944;
Ficciones, 1944)




         Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente…
         Recobró poco a poco la realidad, las cosas cotidianas que ya no cambiaría nunca por otras. Miró sin lástima su gran cuerpo inútil, el poncho de lana ordinaria que le envolvía las piernas. Afuera, más allá de los barrotes de la ventana, se dilataban la llanura y la tarde; había dormido, pero aun quedaba mucha luz en el cielo. Con el brazo izquierdo tanteó dar con un cencerro de bronce que había al pie del catre. Una o dos veces lo agitó; del otro lado de la puerta seguían llegándole los modestos acordes. El ejecutor era un negro que había aparecido una noche con pretensiones de cantor y que había desafiado a otro forastero a una larga payada de contrapunto. Vencido, seguía frecuentando la pulpería, como a la espera de alguien. Se pasaba las horas con la guitarra, pero no había vuelto a cantar; acaso la derrota lo había amargado. La gente ya se había acostumbrado a ese hombre inofensivo. Recabarren, patrón de la pulpería, no olvidaría ese contrapunto; al día siguiente, al acomodar unos tercio de yerba, se le había muerto bruscamente el lado derecho y había perdido el habla. A fuerza de apiadarnos de las desdichas de los héroes de la novelas concluímos apiadándonos con exceso de las desdichas propias; no así el sufrido Recabarren, que aceptó la parálisis como antes había aceptado el rigor y las soledades de América. Habituado a vivir en el presente, como los animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia.
         Un chico de rasgos aindiados (hijo suyo, tal vez) entreabrió la puerta. Recabarren le preguntó con los ojos si había algún parroquiano. El chico, taciturno, le dijo por señas que no; el negro no cantaba. El hombre postrado se quedó solo; su mano izquierda jugó un rato con el cencerro, como si ejerciera un poder.
         La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa. Recabarren vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la cara del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito. A unas doscientas varas dobló. Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque y entrar con paso firme en la pulpería.
         Sin alzar los ojos del instrumento, donde parecía buscar algo, el negro dijo con dulzura:
         —Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted.
         El otro, con voz áspera, replicó:
         —Y yo con vos, moreno. Una porción de días te hice esperar, pero aquí he venido.
         Hubo un silencio. Al fin, el negro respondió:
         —Me estoy acostumbrando a esperar. He esperado siete años.
         El otro explicó sin apuro:
         —Más de siete años pasé yo sin ver a mis hijos.
         Los encontré ese día y no quise mostrarme como un hombre que anda a las puñaladas.
         —Ya me hice cargo —dijo el negro—. Espero que los dejó con salud.
         El forastero, que se había sentado en el mostrador, se rió de buena gana. Pidió una caña y la paladeó sin concluirla.
         —Les di buenos consejos —declaró—, que nunca están de más y no cuestan nada. Les dije, entre otras cosas, que el hombre no debe derramar la sangre del hombre.
         Un lento acorde precedió la respuesta de negro:
         —Hizo bien. Así no se parecerán a nosotros.
         —Por lo menos a mí —dijo el forastero y añadió como si pensara en voz alta—: Mi destino ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.
         El negro, como si no lo oyera, observó:
         —Con el otoño se van acortando los días.
         —Con la luz que queda me basta —replicó el otro, poniéndose de pie.
         Se cuadró ante el negro y le dijo como cansado:
         —Dejá en paz la guitarra, que hoy te espera otra clase de contrapunto.
         Los dos se encaminaron a la puerta. El negro, al salir, murmuró:
         —Tal vez en éste me vaya tan mal como en el primero.
         El otro contestó con seriedad:
         —En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.
         Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
         —Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
         Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
         Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.

Cuarto año: información

El lunes  próximo deberán realizar en parejas (durante el horario de clases) el informe de lectura de la novela "El jamón del sánguche" de Graciela Bialet. Continuaremos el miércoles con el trabajo de textos expositivos. Nos vemos.

jueves, 2 de mayo de 2013

Quinto año: Textos instrumentales


La actividad verbal supone llevar adelante acciones que involucran tanto a emisores como a receptores y que, además, vehiculizan intenciones o pretenden lograr efectos sobre el mundo circundante. Pero, ¿Qué sucede cuando esas intenciones o esos efectos deben llevarse a cabo en el ámbito laboral; cuando las convenciones son las de la cultura académica o la cultura empresarial de la actualidad?
Sin duda, en esos ámbitos las exigencias aumentan y se hace necesaria una compe­tencia tal que permita satisfacer los requeri­mientos de cada acción a través de textos muy específicos y particularmente destina­dos a cada situación. No es lo mismo escri­bir un informe de investigación de labora­torio que una carta de presentación que acompañe un currículum o una monografía.
 En los textos instrumentales se busca una concreción y una precisión rigurosas. Ade­más, en la carta de lectores o en la solicitud, por ejemplo, se pretende controlar o modi­ficar la actitud del receptor.
Por otra parte, el texto instrumental de­termina un uso particular del código escrito y esto tiene ventajas y desventajas; la esta­bilidad de lo escrito se presenta como un riesgo porque puede mantenerse con sus errores mucho tiempo, pero a la vez, si está correctamente formulado constituye una ventaja pues una vez que se fija, permanece constante frente a posibles interpretaciones tergiversadoras.

Los textos instrumentales son  textos social y fundamentalmente reconocibles por sus rasgos específicos, es decir, pre­sentan las condiciones de homogeneidad, exhaustividad y delimitación como para ser considerados un tipo panicular.  Al poder identificarlos también se los puede sistemati­zar; en algunos casos presentan una combi­nación de funciones. En una carta, por ejem­plo, se pueden dar las siguientes funciones: el primer párrafo, de contacto (Por la presen­te me dirijo a Ud.. con el fin...), el segundo transfiere información (Hace un año dejé de concurrir al club por...), el tercero presenta un pedido (le solicito me reincorpore...). A lo largo de toda la carta, se mostrará una acti­tud de amabilidad y cortesía.

 Si bien existen diferentes formatos de currículum, numerosos supuestos llevan a la elección de un modelo u otro y condicionan la redacción; se tiende a buscar estrategias individuales de escritura para que, a partir de una superestructura común, se logren productos diferenciados y personalizados.

  En los textos instrumentales no se obser­van expresiones subjetivas; estos escritos exigen objetividad, precisión y claridad palpables; por lo tanto, los recursos de esti­lo y licencias del código escrito no tienen ca­bida; la sobriedad, las fórmulas y las expresiones fijas no facilitan la espontaneidad. 
TRABAJO PRÁCTICO

Cuarto año: El jamón del sándwich de Graciela Bialet.


Graciela Bialet nació y vive en Córdoba. Es Comunicadora Social, Licenciada en Educación y Master en Lectura y Literatura Infantil. Trabajó como docente, coordinó talleres literarios para chicos, creó el programa "Volver a Leer" (premio Pregonero 2007) y se ha dedicado a los planes de lectura en ámbitos estatales. 

Como escritora, abordó la novela juvenil con títulos como Los sapos de la memoria, Si tu signo no es cáncer, El jamón del sanguche, y también cuentos para niños entre los que figuran Caracoleando, Rada desencantada busca príncipe encantador, De boca en boca.



TRABAJO PRÁCTICO:

A partir de la lectura realizada de la  novela deberán realizar en parejas un informe de lectura.
PARA RECORDAR:
¿QUÉ ES UN INFORME DE LECTURA?

El informe de lectura es un texto escrito en prosa que tiene como propósito fundamental suministrar a un lector una determinada información sobre otro texto escrito. En el medio académico por lo general ese lector es el profesor -quien es el solicitante del informe.
De acuerdo con los objetivos que se pretendan alcanzar y el grado de exigencia, un informe de lectura puede exponer, describir, explicar, analizar, interpretar o argumentar. En los cuatro primeros casos, predomina en el informe la estructura enunciativa; en los dos últimos, predomina la estructura argumentativa.
Así pues, el contenido de un informe de lectura es la respuesta a unos interrogantes o a unos requerimentos previos planteados cuidadosamente por el solicitante; ningún informe de lectura se elabora sin unas exigencias o unos propósitos expresados de antemano.
El informe de lectura es una modalidad de trabajo académico que, practicado con seriedad y aplicación, le permite a un estudiante ampliar sus conocimientos, recoger información, estructurar su pensamiento, forjarse un criterio propio y, adicionalmente, prepararse para abordar otras formas de escritura más complejas, como la monografía, la tesis y el ensayo.



BIBLIOGRAFÍA PARA CONSULTAR: